miércoles, 20 de julio de 2011

La Fundación Telefónica financia el proyecto "Piso Alternativo" para jóvenes drogodependencias.

Cáritas. Cádiz, 8 de julio de 2011.- La Fundación Telefónica, a través de su convocatoria de ayuda a proyectos solidarios “Ayudamos contigo”, apoya el proyecto “Piso Alternativo” para jóvenes drogodependientes durante el año 2011. Con una cantidad de 4.500 euros, Cáritas podrá mejorar el equipamiento y desarrollar parte de las actividades del proyecto.

Esta ayuda ha sido posible gracias a la propuesta realizada por una voluntaria de Cáritas que es jubilada de Telefónica, condición ésta para poder participar en la convocatoria de ayudas.

La Fundación Telefónica tiene como objetivo contribuir al desarrollo económico, social y cultural de la sociedad mejorando la calidad de vida, fomentando la igualdad de oportunidades entre los ciudadanos y contribuyendo a la protección medio ambiental. De esta forma, la Fundación ha valorado muy positivamente el proyecto presentado por Cáritas.

El proyecto “Piso Alternativo”, ubicado en la localidad de San Fernando, es una vivienda de apoyo al tratamiento para jóvenes que están en proceso de desintoxicación y deshabituación en Proyecto Hombre. Cuenta con 6 plazas de alojamiento y un equipo de voluntarios y profesionales realizan labores de acompañamiento a la recuperación personal de los residentes. En el año 2010 el proyecto acogió y atendió a 30 jóvenes.

Cáritas Diocesana valora muy positivamente este tipo de iniciativas de la empresa privada en la que además de apoyar proyectos social fomenta la participación activa de sus trabajadores y ex-trabajadores.

lunes, 18 de julio de 2011

Voluntariado social: ¿moda o necesidad?

Por monseñor Juan del Río Martín*

Se está celebrando el “año Europeo del voluntariado” y este es un fenómeno que interpela a la praxis de la fe cristiana. De hecho surgen muchos interrogantes tales como: ¿Qué hay de inspiración cristiana en esta “cultura del voluntariado”? ¿Es suficiente para cumplir el mandato del Jesús de predicar el Evangelio con la simple participación en el voluntariado social? ¿Es lo mismo solidaridad y caridad cristiana?

El voluntariado, como expresión concreta de la solidaridad, es una de las actitudes mejor valoradas en la sociedad actual. Sus objetivos se pueden concretar en el altruismo, la ayuda mutua, la participación civil. Sin embargo, con frecuencia no quedan bien definidos ni el término, ni el concepto; es más, ni siquiera la libertad y gratuidad que le son inherentes. A veces se confunden las motivaciones y las convicciones, se mezclan prestación de servicios con entrega personal, ejercicio del altruismo con responsabilidad social. Los sectores a los que el voluntariado se extiende son muy variados y amplios, como pueden ser: el asistencial, sanitario, cultural y educativo, la promoción y capacitación laboral, la integración social y acogida a emigrantes, la ayuda al Tercer Mundo y otros. El Beato Juan Pablo II se refirió en diversas ocasiones al tema, en una de ellas decía: “me parece que el siglo que comienza deberá ser el de la solidaridad. Hoy lo sabemos mejor que ayer: no estaremos felices y en paz los unos sin los otros, y aún menos, los unos contra los otros. La operaciones humanitarias con ocasiones de conflictos o de catástrofes naturales recientes han suscitado loables iniciativas de voluntariado que revelan un fuerte sentido de altruismo, especialmente en las jóvenes generaciones” (10.1.2000).

Ahora bien, quienes han estudiado más de cerca toda esta problemática del voluntariado en la actualidad,  creen detectar un cierto paracaidismo social que se manifiesta en un quedarse solamente en un asistencialismo paternalista, en una especie de lavado rápido de la propia conciencia o incluso de frustraciones personales, en un discurso acerca de la cultura solidaria, que tendría más de ideológica que de solidaria. Asimismo se habría cedido a la tentación de anestesiar mediante alguna contribución voluntarista la responsabilidad moral que brota de la injusticia. Nunca se debería  olvidar que las relaciones entre los seres humanos deben estar regidas por la justicia. La solidaridad nunca sustituye a la justicia.

En el caso del voluntariado cristiano es importante la delimitación de su propia identidad, sin minusvalorar otras formas o motivaciones para el voluntariado social. El voluntario cristiano ha de tener muy claro que su compromiso nace del acto  mismo de fe en Dios revelado en Cristo, por el cual el hermano se convierte en el “rostro” del mismo Jesús. Por esta razón, el voluntariado cristiano tiene una fundamentación distinta y diversa al voluntariado simplemente humanista. La mística que impulsa a la acción en favor del necesitado dimana de la vida y mensaje de Jesucristo, servidor de los enfermos y los pobres. Y así, esta acción ha de ser concebida como un verdadero ministerio de caridad fraterna, que lo aleja de cualquier interés o búsqueda de gratificaciones indirectas, personales o profesionales. Para el católico, participar como voluntario en una acción social  supone  dar respuesta a una llamada que brota del mismo Evangelio.

Por tanto, para un cristiano resulta impensable separar la solidaridad del mensaje de las Bienaventuranzas. Si nos sentimos unidos a los demás (es decir, si somos solidarios) no es sólo por una simple razón de pertenencia a la comunidad humana, sino por el imperativo del mandamiento del amor mediante el cual se distingue a los discípulos de Cristo: “amaos los unos a los otros, como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando” (Jn 15,12-13). No hay un Dios más solidario que Aquel que se encarnó, murió y resucitó por la humanidad y por cada uno de nosotros. El perfil de esa entrega total y solidaria se llama caridad: que es “alma de la Iglesia”, como también  principio y fin del ser y obrar de  todo  cristiano.

Más de un millón de familias en nuestro país viven en infraviviendas y mas de 30.000 personas no tienen hogar.

No poseen servicios mínimos (agua corriente, electricidad, saneamiento incorporado y cuarto de baño), no tienen ventilación adecuada, carecen de protección frente a las inclemencias climáticas, viven hacinados, sus viviendas son de difícil acceso y jurídicamente inestables.
La mayor parte de estas familias poseen unos ingresos medios inferior a 500€, con los cuales tienen que hacer frente al pago de las viviendas en alquiler y recibos básicos de luz, agua y gas. Además, las dificultades actuales que tienen los jóvenes para mantener un empleo y por consiguiente la emancipación.  Por lo tanto, el concepto de hogar, que se refiere al lugar que con carácter estable se desarrolla la convivencia entre los miembros de la familia, no se esta cumpliendo; el modelo de familia estable se va debilitando.
Las peticiones de asistencia se están disparando de tal manera que en los dos últimos años, prácticamente se ha duplicado el número de personas que solicitan  apoyo en nuestras Cáritas Parroquiales. Desgraciadamente, el número de familias necesitadas va en aumento. Observamos como cada mes llegan nuevas familias pidiéndonos ayuda. 
Intentamos evitar el desgaste psicológico ante una situación de impotencia al ver sufrir al colectivo desfavorecido que comprende nuestra situación y limitaciones.

Con este artículo desde nuestro blog, quisieramos hacer una reflexión y una llamada colectiva de atención a las personas con el deseo de ayudar al necesitado.