viernes, 26 de septiembre de 2014

"LLAMAR LAS COSAS POR SU NOMBRE"

LA CARTA DE UN OBISPO VALIENTE

 
 

"Mantener el derecho al aborto quiebra y deslegitima el supuesto estado de derecho convirtiéndolo, en nombre de la democracia, en una dictadura que aplasta a los más débiles. Ninguna ley del aborto es buena. La muerte de un solo inocente es un horror"

"El Partido Popular con esta decisión, se suma al resto de los partidos políticos que, además de promover el aborto, lo consideran un derecho de la mujer: una diabólica síntesis de individualismo liberal y marxismo. Dicho de otra manera, a fecha de hoy ‒ y sin juzgar a las personas ‒, los partidos políticos mayoritarios se han constituido en verdaderas “estructuras de pecado”.

Convoca también a una “respuesta civil organizada“, en la que la voz de los católicos en defensa de los más débiles sea clara, y finalice la "gobernanza global al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista".

 

Monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares, ha publicado una carta en la web de su diócesis titulada “Llamar las cosas por su nombre. Un verdadero reto para los católicos.“, en la que embiste contra el presidente del gobierno, Mariano Rajoy, por su “deslealtad” e “insensatez“. Monseñor Reig Pla, acusa al Partido Popular de estar “infectado” por el lobby LGBTQ.
El obispo de Alcalá recuerda en su carta que aquellos que incurren en el “crimen abominable del aborto” están condenados a la excomunión latae sententiae (sin que sea necesaria la ejecución de una sentencia). También recuerda que no es lícita la postura de los católicos que colaboran con el Partido Popular en el “mal menor” que se pretendía, exponiendo la condena de Juan Pablo II a todos aquellos que colaboren con el mal, ya sea el mayor o el menor.
Por último, Monseñor Reig Pla convoca a una “respuesta civil organizada“, en la que la voz de los católicos en defensa de los más débiles sea clara, y finalice la “gobernanza global al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista“.
A continuación, reproducimos la carta íntegra de Monseñor Juan Antonio Reig Pla, obispo de Alcalá de Henares.
 
 
LLAMAR A LAS COSAS POR SU NOMBRE
 Un verdadero reto para los católicos
Mons. Juan Antonio Reig Pla Obispo de Alcalá de Henares
 
1. El Presidente del Gobierno de España y del Partido Popular ha confirmado la retirada de la reforma de la ley del aborto que pretendía “limitar” cuantitativamente el “holocausto silencioso” que se está produciendo. Mantener el derecho al aborto quiebra y deslegitima el supuesto estado de derecho convirtiéndolo, en nombre de la democracia, en una dictadura que aplasta a los más débiles. Ninguna ley del aborto es buena. La muerte de un solo inocente es un horror, pero “parecía” que “algo” estaba cambiando en las conciencias de algunos políticos relevantes respecto del crimen abominable del aborto (Cf. Concilio Vaticano II, Gaudium et spes, 51).
Dicho esto conviene denunciar, con todo respeto a su persona, que el Presidente del Gobierno ha actuado con deslealtad respecto a su electorado al no cumplir su palabra en esta materia, explicitada en su programa electoral; también ha actuado con insensatez pues ha afirmado que lo sensato es mantener el “derecho al aborto”, es decir, el derecho a matar a un inocente no-nacido, el crimen más execrable. Además ha faltado a la verdad, pues su partido tiene mayoría absoluta en el Parlamento y, sin embargo, afirma que no hay consenso, algo que no ha aplicado a otras leyes o reformas infinitamente menos importantes.
Ha llegado el momento de decir, con voz sosegada pero clara, que El  Partido Popular es liberal, informado ideológicamente por el feminismo radical y la ideología de género, e “infectado” como el resto de los partidos políticos y sindicatos mayoritarios, por el lobby LGBTQ; siervos todos, a su vez, de instituciones internacionales (públicas y privadas) para la promoción de la llamada “gobernanza global” al servicio del imperialismo transnacional neocapitalista, que ha presionado fuerte para que España no sea ejemplo para Iberoamérica y para Europa de lo que ellos consideran un “retroceso” inadmisible en materia abortista.
2. Respecto al Jefe de la Oposición en el Parlamento, también con todo respeto a su persona, hay que afirmar que se ha mostrado falto de rigor intelectual y con un déficit de sensibilidad ante la dignidad de la vida humana. Es asombroso comprobar cómo telefonea a un programa de televisión para denunciar la violencia contra los animales, y, sin embargo, olvida la violencia criminal contra dos millones de niños abortados: decapitados, troceados, envenenados, quemados… Desde la lógica del horror el Secretario General del PSOE ensalzó en la Estación de Atocha de Madrid el mal llamado “tren de la libertad” en el que algunas mujeres reclamaban “el derecho a decidir matar inocentes”; este tren, como los trenes de Auschwitz que conducían a un campo de muerte, debería llamarse, no el “tren de la libertad” sino, el “tren de la muerte”, del “holocausto” más infame: la muerte directa y deliberada de niños inocentes no-nacidos.
3. Como es verificable, el Partido Popular con esta decisión, se suma al resto de los partidos políticos que, además de promover el aborto, lo consideran un derecho de la mujer: una diabólica síntesis de individualismo liberal y marxismo. Dicho de otra manera, a fecha de hoy ‒ y sin juzgar a las personas ‒, los partidos políticos mayoritarios se han constituido en verdaderas “estructuras de pecado” (Cf. San Juan Pablo II, Encíclicas Sollicitudo rei socialis, 36-40 y Evangelium vitae, 24).
4. En el orden cultural, y bajo la presión del feminismo radical, se ha trasladado el punto de mira del aborto; se ha deslizado desde el tratamiento como un crimen (No matarás) a la consideración de la mujer como víctima. Es verdad que la mujer es también víctima, abandonada en muchas ocasiones ‒ cuando no presionada para que aborte ‒, por el padre de su hijo, por su entorno personal y laboral y por la sociedad; también es cierto que sufre con frecuencia el síndrome post-aborto, etc.; pero, si bien algunas circunstancias puede disminuir la imputabilidad de tan gravísimo acto, no justifican jamás moralmente la decisión de matar al hijo por nacer. Esto hay que denunciarlo al tiempo que hay que acompañar con misericordia y «adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias» (Papa Francisco, Evangelii gaudium, 214).
Pero, como digo, lo específico del aborto es que se trata de un crimen abominable: «el que mata y los que cooperan voluntariamente con él cometen un pecado que clama venganza al cielo (Cf. Gn 4, 10)» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2268). No se puede justificar, apelando a la libertad, lo que de sí es una acción criminal que mata a un inocente, corrompe a la mujer, a quienes practican el aborto, a quienes inducen al mismo y a quienes, pudiendo con medios legítimos, no hacen nada para evitarlo. La Iglesia Católica, Madre y Maestra, en orden a proteger al inocente no-nacido e iluminar las conciencias oscurecidas «sanciona con pena canónica de excomunión este delito contra la vida humana. “Quien procura el aborto, si éste se produce, incurre en excomunión latae sententiae” (CIC can. 1398), es decir, “de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito” (CIC can. 1314), en las condiciones previstas por el Derecho (Cf. CIC can. 1323-1324). Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad» (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2272). Es necesario evidenciar que nos encontramos ante una verdadera crisis de civilización.
5. Por otra parte, diré más: se debe aclarar que no es justificable moralmente la postura de los católicos que han colaborado con el Partido Popular en la promoción de la reforma de la ley del aborto a la que ahora se renuncia. La Encíclica Evangelium vitae del Papa San Juan Pablo II no prevé la posibilidad de colaboración formal con el mal (ni mayor ni menor); no hay que confundir colaborar formalmente con el mal (ni siquiera el menor) con permitir ‒ si se dan las condiciones morales precisas ‒ el mal menor. Dicha Encíclica (n. 73) lo que afirma es: «un problema concreto de conciencia podría darse en los casos en que un voto parlamentario resultase determinante para favorecer una ley más restrictiva, es decir, dirigida a restringir el número de abortos autorizados, como alternativa a otra ley más permisiva ya en vigor o en fase de votación. […] En el caso expuesto, cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos».
6. Con afecto hacia las personas y con dolor, también debo decir que, en ocasiones, algunas instancias de la Iglesia Católica que camina en España no han propiciado, más bien han obstaculizado, la posibilidad de que aparezcan nuevos partidos o plataformas que defiendan sin fisuras el derecho a la vida, el matrimonio indisoluble entre un solo hombre y una sola mujer, la libertad religiosa y de educación, la justicia social y la atención a los empobrecidos y a los que más sufren: en definitiva la Doctrina Social de la Iglesia. Gracias a Dios el Papa Francisco ha sido muy claro respecto del aborto en su Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (nn. 213 y 214).
7. Como en tantas otras ocasiones de nuestra historia, es momento de apelar a la conciencia de los católicos españoles. Ante nosotros, tal vez, se abre la posibilidad de “un nuevo inicio” y en todo caso un amplio abanico de acciones simultáneas, entre las que quiero destacar:
a) Hay que mantener firme el propósito de la evangelización, de la gestación de nuevos cristianos y de la atención en nuestros “hospitales de campaña” (Cáritas, Centros de Orientación Familiar, etc.) de tantas personas heridas (física, psíquica y espiritualmente) que esperan nuestro amor, nuestra misericordia y nuestra ayuda, siempre desde la verdad.
b) Insistir en la educación sexual y en la responsabilidad de las relaciones sexuales, es decir, educar para el amor.
c) Insistir en la abolición total de toda ley que permita el aborto provocado directo y promover la aprobación de leyes que protejan al no-nacido, la maternidad y las familias.
d) Suscitar una respuesta civil organizada y capaz de movilizar las conciencias.
e) Hacer una llamada a promover iniciativas políticas que hagan suya, integralmente, la Doctrina Social de la Iglesia.
f) Estudiar por enésima vez la posibilidad de regenerar los partidos políticos mayoritarios, aunque hasta ahora estos intentos han sido siempre improductivos.
8. El camino va a ser largo y difícil, ya sucedió con la abolición de la esclavitud. La maduración de las conciencias no es empresa fácil, pero nuestro horizonte, por la gracia de Dios, es el de la victoria del bien. Este es tiempo de conversión. Así pues, todos (mujeres y varones, profesionales de la sanidad y de los medios de comunicación, gobernantes, legisladores, jueces, fuerzas y cuerpos de seguridad, pastores y fieles, etc.) estamos obligados en conciencia a trabajar y defender con todos los medios legítimos “toda la vida” de “toda vida humana”, desde la concepción y hasta la muerte natural, empezando por los no-nacidos y sus madres; si no lo hacemos, la historia nos lo recriminará, las generaciones venideras nos lo reprocharán y, lo que es definitivo, Dios, el día del Juicio, nos lo reclamará: era pequeño, estaba desnudo e indefenso y no me acogisteis (Cf. Mt 25, 41-46).
 
En Alcalá de Henares, a 24 de septiembre del Año del Señor de 2014 Ntra. Sra. de la Merced

miércoles, 27 de agosto de 2014

EN APOYO A NUESTRO PASTOR

 
Ante la reciente polémica creada en torno al cese y polémicas manifestaciones  del ya  ex-director de Cáritas Diocesana, que a su vez determinados medios y personas han utilizado interesadamente para atacar a la Iglesia y al obispado en la persona de su pastor, a través de este blog queremos manifestar nuestro total apoyo al sr. Obispo, ya que en el completo entendimiento de que Cáritas no es una ONG cualquiera (dicho esto con todo el respeto para estas), sino la institución que representa y hace realidad la manifestación del Amor cristiano como virtud teologal y la opción preferencial por los más pobres y desfavorecidos  de la propia Iglesia,  y considerando a esta como Madre, entendemos que las posibles discrepancias de forma e incluso fondo en cualquiera de los casos se han de dirimir internamente con toda la insistencia que se requiera, pero también con el  debido respeto a la labor y a la persona que con responsabilidad, fraternidad, dedicación y esfuerzo rige nuestra  diócesis  y, por otro lado, como cualquier familia bien avenida haría. 
 
Sirva este humilde comunicado de total apoyo a su labor pastoral y a la vez de  llamamiento al conjunto de la opinión pública gaditana a dirigir su atención a lo que de verdad en Cáritas nos importa: la dignidad quebrantada de las personas empobrecidas y a redoblar su compromiso y generosidad con las víctimas de la desigualdad y la injusticia social.
Seguiremos orando y, por supuesto, "con el mazo dando".
 
¡GRACIAS, D. RAFAEL!

jueves, 14 de agosto de 2014

 
 
La Doctrina Social de la Iglesia frente al Capitalismo                                         
 
Frente a algunos liberales doctrinarios, que intentan confundir, pretendiendo compatibilizar el Capitalismo y la DSI, las encíclicas de los Papas dejan bien claro, no sólo su diferencia sino su oposición.
Alguien tan poco sospechoso de heterodoxia como el profesor Wilhelmsen ha escrito que en el siglo XIX "el desfile intolerable de damas liberales y de sus maridos que, vestidos de levita y chistera, iban a misa todos los domingos y ultrajaban el sentido de justicia de los desposeídos" ayudó "a la propaganda comunista, que se empeñaba en identificar el liberalismo con el cristianismo". "Era un cristianismo muy cómodo". "El liberalismo ya había borrado lo religioso de la vida pública". "La fe se retiró de los rincones del alma no tocados por la vida pública. La religión se redujo a la beatería, un fenómeno típicamente liberal. Muchas familias, cuyo bienestar dependía del robo de los bienes de la Iglesia, no faltaban nunca a sus devociones en la iglesia, domingo tras domingo. Como la conciencia liberal quería engañarse a sí misma, no es de extrañar que el comunismo, por haberse dado cuenta de esta mala fe, fuera capaz de engañar a las masas. ¡Si esto es el cristianismo, entonces, abajo el cristianismo! Es una lástima tener que decir que aquí el comunismo tenía razón" (Federico D. Wilhelmsem. El problema de occidente y los cristianos. 1964)

Al igual que en el siglo XIX, también hoy la Iglesia corre el grave riesgo de que millones de seres humanos que sufren en el mundo el yugo de la explotación capitalista, se alejen de ella, confundidos por la perniciosa propaganda de algunos partidarios del capitalismo liberal que, en estos momentos en que el liberalismo económico parece imponerse a escala planetaria, están empeñados en querer identificar el liberalismo con el cristianismo, el capitalismo con la Doctrina Social de la Iglesia, a base de interpretaciones retorcidas, de párrafos del Magisterio sacados de contexto, y de medias verdades que suelen ser, realmente, las peores mentiras.

A quienes tal cosa procuran, no les vendría mal releer aquellas duras palabras que, ya en 1873, pronunciara el Beato Pío IX: "No faltan algunos que intentan poner alianza entre la luz y las tinieblas, y mancomunidad entre la justicia y la iniquidad a favor de las doctrinas llamadas católico-liberales. Los que tal hacen, de todo punto son más peligrosos y funestos que los enemigos declarados porque, encerrándose dentro de ciertos límites, se muestran con apariencias de probidad y sana doctrina para alucinar a los imprudentes amadores de conciliación, y seducir a las gentes honradas que habrían combatido el error manifiesto". En consecuencia, un año después, el Romano Pontífice animaba a los cristianos a "inculcar en los ánimos todo cuanto esta Santa Sede tiene enseñado contra las perversas o cuando menos falsas doctrinas profesadas en tantas partes, y señaladamente contra el Liberalismo católico, empeñado en conciliar la luz con las tinieblas y la verdad con el error".

Más reciente, pero no menos clara, es la advertencia de Pablo VI en su Octogesima Adveniens, donde, tras rechazar el marxismo, sigue diciendo: "Tampoco apoya el cristiano la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social".

Ignorando todas estas reprobaciones, algunos individuos que se declaran católicos y al mismo tiempo fervorosos liberales, han emprendido una especie de "cruzada" propagandística destinada a cantar las excelencias del sistema capitalista y sobre todo su presunta afinidad con el catolicismo.

Los valedores del "capitalismo católico", definen el capitalismo como aquel sistema de organización económica basado en la propiedad privada, incluso de los bienes de producción; que utiliza el mecanismo de los precios como el instrumento óptimo para la eficiente asignación de los recursos; y en el que todas las personas, libremente, pueden decidir las actividades que deben emprender, asumiendo el riesgo del fracaso a cambio de la expectativa de poder disfrutar del beneficio si éste se produce.

Partiendo de tal definición, para demostrar -siempre según ellos- que Juan Pablo II es favorable al capitalismo, echan mano de un párrafo de la encíclica Centesimus Annus (CA), en el que el Papa afirma: "Si por «capitalismo» se entiende un sistema económico que reconoce el papel fundamental y positivo de la empresa, del mercado, de la propiedad privada y de la consiguiente responsabilidad para con los medios de producción, de la libre creatividad humana en el sector de la economía, la respuesta ciertamente es positiva, aunque quizá sería más apropiado hablar de «economía de empresa» «economía de mercado», o simplemente de «economía libre»".

Lo que no dicen es que, a continuación, el Santo Padre aclara: "Pero si por «capitalismo» se entiende un sistema en el cual la libertad, en el ámbito económico, no está encuadrada en un sólido contexto jurídico que la ponga al servicio de la libertad humana integral y la considere como una particular dimensión de la misma, cuyo centro es ético y religioso, entonces la respuesta es absolutamente negativa". Por esta razón, advierte el Vicario de Cristo, "se puede hablar justamente de lucha contra un sistema económico, entendido como método que asegura el predominio absoluto del capital, la posesión de los medios de producción y la tierra, respecto a la libre subjetividad del trabajo del hombre. En la lucha contra este sistema no se pone, como modelo alternativo, el sistema socialista, que de hecho es un capitalismo de Estado, sino una sociedad basada en el trabajo libre, en la empresa y en la participación. Esta sociedad tampoco se opone al mercado, sino que exige que éste sea controlado oportunamente por las fuerzas sociales y por el Estado, de manera que se garantice la satisfacción de las exigencias fundamentales de toda la sociedad".

Como se ve, la primera definición del Papa parece, aparentemente, muy similar a la dada por los "liberal-católicos". Ahora bien, hay que tener en cuenta que los apologistas del liberalismo económico consideran que el capitalismo vigente en nuestros tiempos a lo largo y ancho del mundo, aunque perfeccionable, responde a ese primer supuesto, es decir, puede encuadrarse dentro de la primera de las afirmaciones del Santo Padre. Y aquí es donde pienso que incurren -consciente o inconscientemente- en la manipulación de las palabras pontificias, ya que la realidad es más bien -a mi juicio y, como veremos más adelante, también según el criterio del Papa- que, por el contrario, el capitalismo de nuestros días coincide con el criticado y condenado en la segunda de las definiciones y, sobre todo, en cuanto se refiere al predominio absoluto del capital sobre el trabajo.

Así, el mismo Juan Pablo II, en la Solicitudo Rei Socialis (SRS), reconoce que actualmente "en Occidente existe, en efecto, un sistema inspirado históricamente en el capitalismo liberal"; y afirma que "se puede hablar hoy día, como en tiempos de la Rerum novarum, de una explotación inhumana"; y que "a pesar de los grandes cambios acaecidos en las sociedades más avanzadas, las carencias humanas del capitalismo, con el consiguiente dominio de las cosas sobre los hombres, están lejos de haber desaparecido; es más, para los pobres, a la falta de bienes materiales se ha añadido la del saber y de conocimientos, que les impide salir del estado de humillante dependencia". Por todo ello -entre otras razones- "la doctrina social de la Iglesia asume una actitud crítica ante el capitalismo liberal". Más claro imposible.

Por otra parte, no hay más que comparar lo que los abanderados del "capitalismo católico" entienden por propiedad privada y mercado libre, con el sentido que la Iglesia atribuye a esas mismas palabras, para darse cuenta de que, si bien coinciden los términos, los significados son diametralmente opuestos.

En lo referente al mercado es claro el distanciamiento del Magisterio con respecto a las teorías liberales. Según la Centesimus Annus "existen numerosas necesidades humanas que no tienen salida en el mercado. Es un estricto deber de justicia y de verdad impedir que queden sin satisfacer las necesidades humanas fundamentales y que perezcan los hombres oprimidos por ellas".

"Es deber del Estado proveer a la defensa y tutela de los bienes colectivos, como son el ambiente natural y el ambiente humano, cuya salvaguardia no puede estar asegurada por los simples mecanismos de mercado".

"He ahí un nuevo límite del mercado: existen necesidades colectivas y cualitativas que no pueden ser satisfechas mediante sus mecanismos; hay exigencias humanas importantes que escapan a su lógica; hay bienes que, por su naturaleza, no se pueden ni se deben vender o comprar. Ciertamente, los mecanismos de mercado ofrecen ventajas seguras. No obstante, conllevan el riesgo de una «idolatría» del mercado, que ignora la existencia de bienes que, por su naturaleza, no son ni pueden ser simples mercancías".

Con respecto a la propiedad privada, conviene recordar que la Iglesia no ha dejado de denunciar que, históricamente -y más aún hoy- han sido y son precisamente los partidarios del liberalismo quienes, en virtud de la libre concurrencia por ellos postulada, más han contribuido a destruir la pequeña propiedad que, ante la competencia del gran capital, tiende a desaparecer, a ser absorbida y a concentrarse en manos de unos pocos. En la Mater et Magistra, Juan XXIII, refiriéndose a los tiempos de Pío XI -en sus días y en los nuestros la situación es todavía peor-, escribía: "La libre concurrencia, en virtud de una dialéctica que le era intrínseca, había terminado por destruirse o casi destruirse a sí misma; había conducido a una gran concentración de la riqueza y a la acumulación de un poder económico enorme en manos de pocos, y éstos muchas veces no son ni dueños siquiera, sino sólo depositarios y administradores, que rigen el capital a su voluntad y arbitrio".

Y es que, como señalábamos más arriba, media un abismo entre el concepto de propiedad liberal y el católico.

Para la Iglesia Católica "la propiedad de los medios de producción, tanto en el campo industrial como agrícola, es justa y legítima cuando se emplea para un trabajo útil; pero resulta ilegítima cuando no es valorada o sirve para impedir el trabajo de los demás u obtener unas ganancias que no son fruto de la expansión global del trabajo y de la riqueza social, sino más bien de su compresión, de la explotación ilícita, de la especulación y de la ruptura de la solidaridad en el mundo laboral. Este tipo de propiedad no tiene ninguna justificación y constituye un abuso ante Dios y los hombres" (CA). Es por ello que el principio cristiano del derecho a la propiedad, como bien explica la Laborem Exercens (LE), "se diferencia del programa del capitalismo, practicado por el liberalismo y por los sistemas políticos que se refieren a él, en el modo de entender el derecho mismo de propiedad. La tradición cristiana no ha sostenido nunca este derecho como absoluto e intocable. Al contrario, siempre lo ha entendido en el contexto más amplio del derecho común de todos a usar los bienes de la entera creación: el derecho a la propiedad privada como subordinado al derecho al uso común, al destino universal de los bienes".

"Además, la propiedad según la enseñanza de la Iglesia nunca se ha entendido de modo que pueda constituir un motivo de contraste social en el trabajo. Como ya se ha recordado anteriormente en este mismo texto, la propiedad se adquiere ante todo mediante el trabajo, para que ella sirva al trabajo. Esto se refiere de modo especial a la propiedad de los medios de producción. Desde ese punto de vista, pues, en consideración del trabajo humano y del acceso común a los bienes destinados al hombre, tampoco conviene excluir la socialización, en las condiciones oportunas, de ciertos medios de producción".

"Desde esta perspectiva, sigue siendo inaceptable la postura del «rígido » capitalismo, que defiende el derecho exclusivo a la propiedad privada de los medios de producción, como un «dogma» intocable en la vida económica. El principio del respeto del trabajo, exige que este derecho se someta a una revisión constructiva en la teoría y en la práctica. En efecto, si es verdad que el capital, al igual que el conjunto de los medios de producción, constituye a su vez el producto del trabajo de generaciones, entonces no es menos verdad que ese capital se crea incesantemente gracias al trabajo llevado a cabo con la ayuda de ese mismo conjunto de medios de producción, que aparecen como un gran lugar de trabajo en el que, día a día, pone su empeño la presente generación de trabajadores. Se trata aquí, obviamente, de las distintas clases de trabajo, no solo del llamado trabajo manual, sino también del múltiple trabajo intelectual, desde el de planificación al de dirección. Bajo esta luz adquieren un significado de relieve particular las numerosas propuestas hechas por expertos en la doctrina social católica y también por el Supremo Magisterio de la Iglesia. Son propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo, a la participación de los trabajadores en la gestión y o en los beneficios de la empresa, al llamado «accionariado» del trabajo y otras semejantes. Independientemente de la posibilidad de aplicación concreta de estas diversas propuestas, sigue siendo evidente que el reconocimiento de la justa posición del trabajo y del hombre del trabajo dentro del proceso productivo exige varias adaptaciones en el ámbito del mismo derecho a la propiedad de los medios de producción".

"El mero paso de los medios de producción a propiedad del Estado, dentro del sistema colectivista, no equivale ciertamente a la «socialización» de esta propiedad. Se puede hablar de socialización únicamente cuando quede asegurada la subjetividad de la sociedad, es decir, cuando toda persona, basándose en su propio trabajo, tenga pleno título a considerarse al mismo tiempo «copropietario» de esa especie de gran taller de trabajo en el que se compromete con todos. Un camino para conseguir esa meta podría ser el de asociar, en cuanto sea posible, el trabajo a la propiedad del capital y dar vida a una rica gama de cuerpos intermedios con finalidades económicas, sociales, culturales: cuerpos que gocen de una autonomía efectiva respecto a los poderes públicos, que persigan sus objetivos específicos manteniendo relaciones de colaboración leal y mutua, con subordinación a las exigencias del bien común y que ofrezcan forma y naturaleza de comunidades vivas; es decir, que los miembros respectivos sean considerados y tratados como personas y sean estimulados a tomar parte activa en la vida de dichas comunidades".

Aquí vemos apuntada otra profunda diferencia entre los que postulan el capitalismo y las enseñanzas de la Iglesia.

Aquellos consideran que el fracaso del colectivismo marxista, y su estrepitosa caída demuestra que no existe otra opción económica más justa y eficaz que el liberalismo económico. Para ellos cualquier alternativa al capitalismo tiene que ser irremediablemente un socialismo más o menos encubierto, como el comunismo, la socialdemocracia, o el llamado Estado del bienestar. No conciben otra forma de socialización que aquella que atribuye al Estado la propiedad de los medios de producción, o su control por medio de la presión fiscal.

Sin embargo, el Papa, denuncia esa postura maniquea, advirtiendo que "queda mostrado cuán inaceptable es la afirmación de que la derrota del socialismo deje al capitalismo como único modelo de organización económica".

"Ingentes muchedumbres viven aún en condiciones de gran miseria material y moral. El fracaso del sistema comunista en tantos Países elimina ciertamente un obstáculo a la hora de afrontar de manera adecuada y realista estos problemas; pero eso no basta para resolverlos. Es más, existe el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo capitalista, que rechaza incluso el tomarlos en consideración, porque a priori considera condenado al fracaso todo intento de afrontarlos y, de forma fideísta, confía su solución al libre desarrollo de las fuerzas de mercado" (CA).

"Tras el derrumbamiento del edificio ideológico del marxismo-leninismo en los antiguos países comunistas, no se detecta tan sólo una pérdida de la orientación, sino también un apego ampliamente extendido al individualismo y al egoísmo que caracterizaban y siguen caracterizando a Occidente. Semejantes actitudes no pueden transmitir al hombre un sentido de la vida y darle esperanza. Todo lo más, pueden satisfacerlo temporalmente con lo que él interpreta como realización individual. En un mundo en el que ya no existe nada verdaderamente importante, en el que puede hacerse lo que se quiera, existe el riesgo de que principios, verdades y valores trabajosamente adquiridos en el curso de los siglos queden frustrados por un liberalismo que no deja de extenderse cada vez más" (Juan Pablo II, Discurso a los obispos alemanes de las provincias eclesiásticas bávaras en visita "ad limina" 4-12-92).

Es evidente, a la luz de estas últimas palabras, que la indiscutible y evidentemente intrínseca perversidad del comunismo no hace bueno al capitalismo liberal. Y además no hay que olvidar que, como ya dijera Pío XI en su Divini Redemptoris, fue el liberalismo el que preparó el camino al socialismo: "Para comprender cómo el comunismo ha conseguido que las masas obreras lo hayan aceptado sin discusión, conviene recordar que los trabajadores estaban ya preparados por el abandono religioso y moral en el que los había dejado la economía liberal".

Pero además, Juan Pablo II propugna -como acabamos de leer-, frente al reduccionismo, escepticismo y desconfianza de los liberales, la invención y adopción de modelos de socialización que asignen la propiedad de la empresa y de la tierra, no exclusivamente al capital o al Estado, sino al trabajador; es decir, modelos de socialización que no sólo no atentan contra la propiedad privada, sino que contribuyen a su difusión y universalización; sitúan al trabajo en una posición de prioridad frente al capital, dejando de ser una mera mercancía para pasar a ser el protagonista de la economía; y tienden a sustituir el salariado por la participación de los trabajadores en los beneficios, la gestión y la propiedad de la empresa en la que aportan su esfuerzo físico, intelectual o directivo. Postulados, todos estos, reiteradamente recomendados por la Iglesia Católica desde León XIII.

Pío XII - y aquí también se puede apreciar una honda divergencia entre liberalismo y catolicismo en cuanto al papel del Estado en la economía- no tenía reparo en enseñar que "el Estado puede, en el interés común, intervenir para reglamentar su uso, [el uso de la propiedad] o incluso, si no se puede proveer equitativamente de otro modo, decretar la expropiación, dando la indemnización conveniente. Para idéntico fin, deben ser garantizadas y fomentadas la pequeña y media propiedad en la agricultura, en las artes y oficios, en el comercio y en la industria; las uniones cooperativas deben asegurarles las ventajas de la gran hacienda; donde la gran empresa aun hoy se manifiesta más productiva, debe ofrecerse la posibilidad de suavizar el contrato de trabajo con un contrato de sociedad".

"Por otra parte, -según Juan XXIII en la Mater et Magistra (MM)- la acción de los poderes públicos en favor de los artesanos y los cooperativistas halla su justificación, además, en el hecho de que unos y otros son portadores de genuinos valores humanos y contribuyen al progreso de la civilización".

"Además, moviéndonos en la dirección trazada por Nuestros Predecesores, también Nos consideramos que es legítima en los obreros la aspiración a participar activamente en la vida de las empresas, en las que están incorporados y trabajan".

"Una concepción humana de la empresa debe, sin duda, salvaguardar la autoridad y la necesaria eficacia de la unidad de dirección; pero no puede reducir a sus colaboradores de cada día a la condición de simples silenciosos ejecutores, sin posibilidad alguna de hacer valer su experiencia, enteramente pasivos respecto a las decisiones que dirigen su actividad".

"Conviene, por último, recordar que el ejercicio de la responsabilidad, por parte de los obreros, en los organismos de producción, responde a las legítimas exigencias propias de la naturaleza humana".

"No basta afirmar el carácter natural del derecho de propiedad privada, incluso de los bienes de producción, sino que también se ha de propugnar insistentemente su efectiva difusión entre todas las clases sociales
".

¿Estarían dispuestos los "católicos" liberales a proponer a los empresarios capitalistas que ofrezcan a sus trabajadores la posibilidad de asociarse como copropietarios de la empresa? ¿Qué mejor forma de defender la propiedad y la libre iniciativa? ¿Cómo reaccionarían si el Estado, -que según ellos no debe apenas intervenir en la economía más que creando un marco jurídico adecuado para el funcionamiento del sistema- arbitrase los medios conducentes a ofrecer dicha posibilidad a los trabajadores, como sugería Pío XII?

Por último, en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America, Juan Pablo II condena severamente el neoliberalismo con estas palabras: "Cada vez más impera un sistema conocido como «neoliberalismo»; sistema que haciendo referencia a una concepción economicista del hombre, considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y los pueblos. Dicho sistema se ha convertido, a veces, en una justificación ideológica de algunas actitudes y modos de obrar en el campo social y político, que causan la marginación de los más débiles. De hecho, los pobres son cada vez más numerosos, víctimas de determinadas políticas y de estructuras frecuentemente injustas".

Dos décadas antes Pablo VI ya había dado la voz de alarma ante las primeras manifestaciones de este "nuevo" liberalismo: "Se asiste a una renovación de la ideología liberal. Esta corriente se apoya en el argumento de la eficiencia económica, en la voluntad de defender al individuo contra el dominio cada vez más invasor de las organizaciones, y también frente a las tendencias totalitarias de los poderes políticos. Ciertamente hay que mantener y desarrollar la iniciativa personal. Pero los cristianos que se comprometen en esta línea, ¿no tienden a su vez a idealizar el liberalismo, que se convierte así en una proclamación de la libertad? Ellos querrían un modelo nuevo, más adaptado a las condiciones actuales, olvidando fácilmente que en su raíz misma el liberalismo filosófico es una afirmación errónea de la autonomía del individuo en su actividad, sus motivaciones, el ejercicio de su libertad. Por todo ello, la ideología liberal requiere también, por parte de los cristianos, un atento discernimiento" (Carta Apostólica Octogesima adveniens).

En conclusión; como dicen las Orientaciones para el Estudio y Enseñanza de la Doctrina Social de la Iglesia, de la Congregación para la Educación, el catolicismo "no se deja dominar por las implicaciones socio-económicas de los dos principales sistemas, capitalismo y socialismo, sino que se abre a una nueva concepción".

Por eso no es admisible la pretensión de unos pocos de querer justificar su incoherencia, su acomplejamiento, su falta de imaginación personal o la desesperada salvaguardia de oscuros privilegios e intereses privados, tergiversando a su antojo el Magisterio de la Iglesia para acercarlo a sus particulares planteamientos político-económicos. Hay que tener en cuenta, según la Congregación para la Educación, que "el análisis sociológico no siempre ofrece una elaboración objetiva de los datos y de los hechos, en cuanto que, ya en el punto de partida, puede encontrarse sujeto a una determinada visión ideológica, o a una estrategia política bien precisa".

Es lo que ocurre con el análisis marxista, pero "éste peligro de la influencia ideológica sobre el análisis sociológico existe también en la ideología liberal que inspira el sistema capitalista; en él los datos empíricos están frecuentemente sometidos, por principio, a una visión individualista de la relación económico-social, en contraste con la concepción cristiana".

"No se puede encerrar ciertamente el destino del hombre entre estos dos proyectos históricos contrapuestos, pues sería contrario a la libertad y a la creatividad del hombre".

Es evidente, pues, que la Doctrina Social de la Iglesia no sólo no es favorable al capitalismo sino que, como bien decía el Breviario de Pastoral Social de la Comisión Episcopal de Doctrina y Orientación Social en 1959, "la Iglesia lo ha reprobado como contrario al derecho natural"

José María Permuy Rey

 
 

martes, 12 de agosto de 2014

Noticias

 
ÉBOLA: CÁRITAS ESPAÑOLA RESPONDE CON 50.000 € A LA LLAMADA DE EMERGENCIA DE CÁRITAS EN SIERRA LEONA
 

Unas 242.000 personas se beneficiarán directa e indirectamente del proyecto de Cáritas en el país africano.
Cáritas. 12 de agosto de 2014.- El equipo directivo de Cáritas Española acaba de aprobar un primer envío de 50.000 euros para responder a la llamada de emergencia que Cáritas de Sierra Leona ha lanzado a través de Caritas Internationalis una petición de ayuda por importe de 268.918 € .
El objetivo de esta llamada de emergencia es detener la transmisión del ébola en los nueve distritos que ya se encuentran afectados o en riesgo a través de medidas eficaces de control de brotes comunitarios.
Dado el temor que suscita la enfermedad y la estigmatización que, por ello, sufren enfermos de ébola o quienes son sospechosos de estarlo, el silencio y la ocultación son conductas que propician la propagación de la enfermedad, en estas circunstancias la información y la sensibilización son elementos clave para su contención.
La formación de líderes comunitarios en temas relacionados con la enfermedad es otro de los elementos. En la ejecución de este proyecto, está previsto que casi 34.000personas reciban formación directa sobre la enfermedad: propagación, higiene, contención. Además unas 28.000 personas (3.600 familias) recibirán un lote con material higiénico: cubo, tabletas de cloro y jabón. Serán en total 62.000personas las que se beneficiarán de forma directa de este proyecto, a las que hay que sumar otras 180.000 que lo harán de forma indirecta.
El proyecto se llevará a cabo contando con las estructuras comunitarias y parroquiales ya existentes y con la implicación directa de los distintos líderes tradicionales, religiosos, políticos y sociales.
Desde que el pasado mes de mayo se detectara el primer caso son 1.013 los fallecidos por esta enfermedad.

¡ESTAMOS DE VUELTA!

Retomamos la actividad en este blog que por diversos motivos ha estado sin funcionar durante algún tiempo.


Esperamos que nuestras entradas os resulten interesantes. En ellas intentaremos tratar temas de actualidad general relativas a nuestra Iglesia  y a Cáritas en concreto, pretendiendo ser aguijón cristiano haciendo denuncia evangélica de toda injusticia. También informaremos de la actividad en nuestra parroquia y en nuestro equipo de Cáritas parroquial.

 
 
 

domingo, 31 de marzo de 2013

El Fondo Diocesano de Solidaridad (FDS) financia proyectos a favor de los colectivos más excluidos de la Diócesis de Cádiz y Ceuta.






 

 
 
 
 
Cáritas.- 27 de marzo de 2013. El Fondo Diocesano de Solidaridad (FDS) celebra su colecta anual destinada a financiar proyecto de promoción que buscan la integración de personas y colectivos en situación de exclusión social. 

El Fondo Diocesano de Solidaridad, gestionado por Cáritas Diocesana, es el cauce de la Iglesia Diocesana de Cádiz y Ceuta para compartir y ayudar en la promoción integral de personas y colectivos que padecen cualquier tipo de exclusión. Su principal fuente de ingresos es la colecta que se celebra en todos los templos de la Iglesia Diocesana en la tarde del Jueves Santo aunque también recibe aportaciones de las Cáritas parroquiales durante todo el año. Este año 2013, el Fondo Diocesano de Solidaridad destinará sus ayudas especialmente a financiar proyectos dirigidos a personas desempleados y sus familias, principales víctimas de la crisis económica que estamos padeciendo hace varios años. Los proyectos se reparten por toda la geografía diocesana. Igualmente, se apoyará la red diocesana de atención a Personas sin Hogar cuyos proyectos acompañan y buscan la recuperación y la integración social de este colectivo.

Para el año 2013, Año de la Fe, el lema escogido es “Mediante mis obras te mostraré mi fe” tomado de la carta del Apóstol Santiago. Jesús nos ha mostrado mediante sus obras de amor, su profunda fe en Dios Padre. Toda su vida la ha dedicado a la construcción del Reino de Dios, toda su vida ha sido entregada para la dignificación de la vida de los pobres y desheredados de la tierra. No cabe una fe más grande que el que entrega su vida por amor a los demás.  Este servicio se traduce en la actualidad en el compartir económico y en la participación en acciones y proyectos a favor de los más pobres.

En el año 2012, el Fondo Diocesano de Solidaridad ha distribuido más de 164.000 euros entre los proyectos diocesano dirigidos a personas sin hogar y desempleados. Asimismo, para la atención y ayuda a familias en situación de riesgo y/o exclusión social, el FDS-familias ha compartido 137.000 euros.



miércoles, 27 de marzo de 2013

El informe FOESSA 2013 muestra a una sociedad fracturada a causa del severo aumento de la desigualdad.

 Sebastián Mora, secretario general de Cáritas Española:
“El incremento significativo de la pobreza nos habla de personas que están más allá de la frontera de la dignidad.”


 
 Cáritas. El Informe 2013 de la Fundación FOESSA, que se ha se presentado esta mañana en Madrid bajo el título Desigualdad y derechos sociales Análisis y perspectivas”, muestra de manera contundente la dimensión de los efectos sociales de la crisis en las personas más pobres.
 


Una sociedad fracturada
Si con motivo de la presentación, hace un año, del primer Informe anual de FOESSA, el secretario general de Cáritas Española, Sebastián Mora, hablaba de “una pobreza más extensa, intensa y crónica”, los datos del Informe 2013 indican que ese proceso de empobrecimiento se ha profundizado en extensión e intensidad. Sin embargo, el hecho más destacado es, como ha alertado Mora, “el incremento severo de la desigualdad social que nos muestra una sociedad fracturada”.
“La fractura social –ha asegurado el secretario general de Cáritas durante la presentación del Informe-- se ha instalado entre nosotros y con el tiempo cada vez será más difícil que las personas empobrecidas puedan salir de la exclusión”. Es más, este “incremento de la desigualdad ha venido acompañado de una disminución de los recursos de protección social pública en su vertiente redistributiva y asistencial”.
Aumenta la brecha social
La brecha que se ha abierto entre las personas empobrecidas y las personas con más posibilidades de acceso a bienes y servicios es alarmante. Según datos del Informe, que ha detallado el coordinador del Equipo de Estudios de Cáritas, Francisco Lorenzo, los ingresos medios de las personas más ricas de España es siete veces superior al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas. Y desde el comienzo de la crisis, esta diferencia se ha incrementado en un 30%.
Década perdida para el nivel de rentas
Al analizar el comportamiento de la renta per cápita, el Informe constata que las cifras actuales son muy similares a las que existían hace más de diez años, lo que invita a pensar en más de una década perdida. Es decir, la renta de 18.500 euros que en promedio recibieron los españoles en 2012 es inferior en términos de capacidad adquisitiva a la que ya existía en el año 2001. Asimismo, desde 2007 la renta media ha caído un 4%, mientras que los precios se han incrementado en un 10%, lo que ha provocado un deterioro de las rentas de los ciudadanos españoles sin parangón en las últimas décadas.
Para los autores del Informe, el rasgo más preocupante de la evolución de la renta en la crisis es el aumento sin precedentes de la desigualdad en su distribución, ya que desde 2006 los ingresos de la población con rentas más bajas han caído cerca de un 5% en términos reales cada año, mientras que el crecimiento correspondiente a los hogares más ricos ha sido el mayor de toda la población.
Efecto de la destrucción de empleo y los recortes
La destrucción de empleo y la moderación salarial han sido determinantes en la reducción del nivel de renta de los hogares españoles, a lo que cabe sumar el efecto negativo sobre la renta disponible que han tenido tanto algunos de los cambios en las prestaciones sociales (reducción de las cuantías de la prestación contributiva de desempleo) como las mayores exigencias para percibir el subsidio y el aumento de algunos impuestos (incremento de los tipos marginales del IRPF y de los tipos del IVA).
La evolución del empleo es uno de los factores que más están contribuyendo al deterioro de la situación social de un número cada vez mayor de hogares, si se tiene en cuenta que durante el año 2012 el mercado de trabajo registró los que probablemente pueden caracterizarse como peores resultados de la etapa democrática.
Niveles de desigualdad más altos de la UE
Todo ello explica que los indicadores de desigualdad en España arroje los niveles más altos de la Unión Europea. Y de cara al futuro, alerta Francisco Lorenzo, “existe un riesgo notable de que el ensanchamiento de las diferencias de renta entre los hogares españoles se enquiste en la estructura social”. En su opinión, “procesos de dualización social como este conllevan riesgo real de ruptura, lo que significa que el no dotarnos de los mecanismos redistributivos necesarios supone empujarnos a la fragmentación social”.
El porcentaje de hogares en los que todos los activos están sin trabajo ha aumentado del 2,5% del total al 10,6% del total de hogares En términos absolutos, el Informe indica que se ha pasado de 380.000 hogares en esta situación antes de la crisis a más de 1.800.000 a finales de 2012.
Para Lorenzo, “en un contexto como el actual, asistimos a la transformación del empleo no solo en términos cuantitativos, sino en cuanto a su naturaleza y al lugar que ocupa en el imaginario colectivo de nuestra sociedad: si bien hace 5 años estábamos a la cabeza de Europa en la generación de empleo, trabajar hoy no es ya un derecho, sino que parece haberse convertido en un privilegio”.
Invisibilización de los más pobres
Los datos del Informe FOESSA indican a que asistimos a un proceso de empobrecimiento que eclipsa a los más pobres. Como ha denunciado Sebastián Mora, “se está dando una especie de invisibilización de la pobreza y de la exclusión severa por saturación y extensión de la pobreza. La pobreza severa se ha incrementado de manera importante y esto nos habla de personas más allá de las fronteras de la dignidad. Estamos borrando las fronteras de la dignidad humana en este contexto social que vivimos.
Para el secretario general de Cáritas “la erosión de las políticas sociales han mostrado su impacto especialmente en los colectivos más vulnerables y es también evidente cómo nos hemos olvidado de los pueblos del Sur, hemos excluidos continentes y países de nuestro pensamiento, de nuestra solidaridad, de nuestro compromiso”. De hecho, la evaluación de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y las políticas de cooperación (ADO) que se analizan en el Informe muestran un horizonte desalentador.

 


El escándalo de la pobreza



A modo de conclusión, el Informe FOESSA 2013 dibujan una realidad social en España donde los mecanismos de aseguramiento de la sociedad se han debilitado y las políticas de austeridad han generado una mayor vulnerabilidad de la sociedad española.

Al mismo tiempo, los recortes en los servicios públicos de bienestar pueden suponer una ruptura definitiva para los más pobres. Es decir, si la austeridad vulnera los derechos sociales, estamos abandonando a los más pobres.
Como ha advertido Francisco Lorenzo, “nuestra apuesta por los derechos sociales dará cuenta de los valores que realmente tenemos como sociedad, pues solamente seremos democracia si garantizamos los derechos sociales de los más vulnerables”.
“Si es verdad que siempre la pobreza y la exclusión hieren el corazón –ha añadido Sebastián Mora--, la desigualdad es un escándalo ético y político. Como me decía hace un tiempo una campesina salvadoreña `la pobreza nos asusta pero la desigualdad nos indigna´”.-



LA FUNDACIÓN FOESSA
La Fundación FOESSA (Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada) se constituyó en 1965 con el impulso de Cáritas Española ante la necesidad de conocer la situación social de España de forma objetiva y persistente como alternativa y complemento a las iniciadas políticas de desarrollo creadas en nuestro país en esos momentos.
Desde su origen, los Informes sobre la situación y el cambio social de España (1967, 1970, 1975, 1980-83, 1994 y 2008) han señalado la importancia de conocer la situación social de España a través del análisis de los procesos en que se manifiesta la evolución social, así como las estructuras y tendencias que se corresponden con esos procesos.
Junto al equipo técnico de la Fundación, y a los miembros de su Patronato, la Fundación FOESSA --que preside Rafael del Río Sendino, presidente de Cáritas Española-- está compuesta por un Comité Técnico y un Consejo Científico del que forman parte investigadores de diferentes Universidades españolas, con el cometido de orientar las líneas de trabajo y las actividades de los Informes FOESSA.