domingo, 25 de diciembre de 2011

“Vive sencillamente, para que otros sencillamente puedan vivir.”

Con nuestra manera de vivir, de comportarnos, de actuar, podemos influir para bien en nuestro entorno más cercano. Lo creamos o no, cada uno de nosotros tiene un trozo de mundo en el que sí que puede hacer algo, y son muchos los que se pueden beneficiar de ello, casi sin darnos cuenta.

Con nuestra manera de vivir, de comportarnos, de actuar, podemos influir para mal en nuestro entorno más cercano y son muchos a los que podemos perjudicar por ello, sin darnos cuenta.

Con nuestra manera de vivir no sólo influimos, para bien o para mal, en nuestro entorno más cercano, sino que también influimos en la calidad de vida de otras gentes en otros lugares más o menos lejanos.

El 90% de la riqueza que hay en el planeta la posee el 20% de la población mundial.
2.600 millones de personas viven con menos de 2 euros al día.
963 millones de personas padecen hambre severa.
1.300 millones de personas viven con menos de un euro al día.

Según el VI Informe Foessa de Cáritas del año 2008, en el periodo de años de bonanza y crecimiento económico en España, antes de que estallara la crisis, había 800.000 hogares que sufrían exclusión social severa, y 5 millones y medio de hogares con vulnerabilidad, es decir, con peligro de caer en la exclusión (y 7 millones y medio de hogares que estaban integrados). Con la crisis desatada, el número de hogares con dificultades económicas y que han caído en la exclusión se ha disparado; así lo delata la cantidad de atenciones y ayudas que se hacen desde las Cáritas parroquiales, que han llegado a desbordarse.

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